Add parallel Print Page Options

Tus agudas saetas traspasan el corazón de tus enemigos.

Las naciones ante ti se desploman, yacen bajo tus pies.

Tu trono, oh Dios, permanece para siempre;

la justicia en tu mano, es un cetro real.

Amas el bien, y el mal detestas, por eso Dios, el Dios tuyo, te ha ungido, derramando sobre ti más perfume de alegría que sobre los demás.

Read full chapter